GALERÍA: Fotos de la concentración en la portada de la fería
Un grupo difícil de cuantificar de personas se concentró el pasado viernes noche junto a la portada de la fería de Córdoba, a la hora del encendido del alumbrado, para reiterar su rechazo a las políticas migratorias de la UE, asi como su bienvenida a las personas refugiadas que tratan de venir a territorio europeo en su huída de la situación en Siria. Dado que la concentración coincidía en hora con el encendido del alumbrado a las 0:00 horas, por razones obvias de visibilización, la concentración se prolongó hasta la madrugada del sábado, con la portada ya encendida.
Uno de los retos mas importantes era que se entendiera que la concentración pretendía sumar un acto de protesta en un lugar y a una hora de máxima visibilización, y no contravenir o dificultar el acto simbólico del encendido. Máxime teniendo en cuenta que en esta ocasión el acto no estaba protagonizado por ninguna celebridad, sino que las personas encargadas del encendido fueron elegidas por sorteo entre quienes usan los centros de día de mayores de la ciudad.
Tampoco se puede obviar que el resultado de la acción era toda una incognita. Los movimientos sociales siempre se han enfrentado a un dilema con respecto a la feria y el mantenimiento de la actividad social durante la misma: ¿tiene sentido realizar acciones sociales, eventos de visibilización, etc., durante la feria, dónde estas se ven diluidas en el maremagnum de luces, alcohol, consumismo y ruido que esta genera? ¿no estamos mezclando nuestras luchas con un modelo de celebración que responde a un imaginario (consumismo y derroche) opuesto a éstas, y de este modo fomentándolo? Dos preguntas que tienen muchas respuestas contradictorias entre sí, y todas, al menos en parte, ciertas; o visto de otro modo, ninguna respuesta salvo la de que «esta dicotomía forma parte de las incoherencias inherentes al género humano».
Pues bien, en este caso, la acción nos sirvió para constatar que, al menos bajo determinadas circunstancias, un acto público de tal calibre puede usarse como escaparate para reivindicar nuestras luchas. Tal vez los megáfonos no se oyeran, o tal vez las pocas linternas que alumbraban las pancartas antes del encendido fueran insuficientes. Pero llamarón lo suficiente la atención para que la gente de alrededor, al menos supieran que algo pasaba bajo la portada. Y es innegable que en el momento del encendido, todos los ojos apuntaron un año más, hacia nuestra peculiar mezquita de carton piedra, y que en ese momento era inevitable no advertir las pancartas. Y prueba de ello es que varios periódicos lócales hicieron eco, aunque breve, de la acción.
Un pequeño paso más en la importante tarea de sensibilización, presión e incidencia política para que nuestros gobiernos hagan efectivas las políticas de acogida y renuncien a prácticas indecentes que ponen en peligro la vida de las personas, cuando no acaban con ella.
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