Sentir con aplomo la contundencia de los hechos, el peso de una distancia que desde hoy se confirma, saber que cada día que pase la probabilidad de volver se aleja.
Saberme ya sin fecha en esta ciudad multilenguas y llena de nubes. Asiento esa certeza con pena y rabia, con una sensación infinita de traición y de enfado «pues ahora ya no os quiero, porque nos habéis echado y lo sabíais,». Me vuelvo sabiendo que me han negado la vuelta.
Días después de las elecciones la gente se cuestiona si los votantes del PP son idiotas o no, que no es justo pensar que hay tanta imbecibilidad en un mismo país. Pues lo siento pero no puedo explicármelo de otra manera. Antes, un antes nada lejano pero que ahora parece de hace siglos, argumentábamos que ese partido era heredero del franquismo, nos decían que había que olvidar las dos Españas. Si hablábamos de las presas políticas parecía historia de otra época, si hablábamos de recortes nos decían que era necesario y que solo tocaba a las más vulnerables, y que había que aguantar. Ahora, cuando el Boulevard se ha convertido en la casa de gente «normal» que pide para sobrevivir, que mi abuela tiene que pagarse sus medicinas y financiar a sus hijos que aún así tienen la soga al cuello, que yo me he ido a sembrar mi familia fuera y ya sé que aquí es donde crecerá mi árbol, que tantas anónimas plantamos un bosque difuminado por el mundo entero porque nos echaron, nos expulsaron por pasiva pero también por pasiva. Ahora que nos roban en la cara, que les falta escupirnos en la boca, vamos y reforzamos su voto.
Mucha gente me había dicho que con los meses vería una bandera de España y hasta me emocionaría, y he intentado lidiar con ese sentimiento. Para mí, y así le explico a la gente cuando me pregunta por mi país, España es un sitio de luchas, de gente combativa desde siempre, inteligente, con capacidad para crear alternativas, solidaria, amable, y eso sentía cuando veía una rojigualda (ni que decir cuando veo la tricolor colgando de algún balcón). Ahora, cuando sé que hay gente que ha votado porque tenía miedo, gente que llevaba un tiempo sin ver las urnas y que justo el 26 decidieron, por qué no, salir y votar azul sin tampoco tenerlo muy claro… ahora me sumo en la vergüenza. Siento, y no pido perdón si suena prepotente, que no me vale lo mismo un voto de las personas que han votado convencidas, incluso que han votado al mismo PP pero convencidas, que el de la gente que ha votado un poco porque sí. El argumento se escapa del programa político, nos han robado señores, han matado con sus políticas y la masacre se acentúa, nos dicen que no hay dinero y apelan a la patria cuando la suya es Suiza y Andorra. Lo hemos peleado, hay gente que se está dejando la piel y la salud, asambleas infinitas por todo el territorio para buscar la forma de intentar cambiar un poco este desaguisado, y ellos sin el menor esfuerzo (porque encima su argumentario ha sido echar mierda sobre los otros partidos) consiguen una victoria que se nos escapaba a todos, yo creo que hasta a ellos mismos.
Y lo peor es que si desde hace un tiempo me sentía agotada políticamente, no quiero ni imaginarme a la gente que se queda. Que se queda con la cara de otra delante de los resultados, que se estará preguntando que para qué sirve todo esto, que qué va a pasara partir de ahora, porque.. ¿qué más queda por hacer? ¿Qué más tiene que pasar? Aparte de nuestros argumentos, sus hechos hablaban por sí solos, y aún así y cada vez que lo escribo me da una arcada, la gente los ha votado. Pues sí, siento que España es una país de pandereta, que como dice mi padre «el país es un desastre pero nos lo pasamos muy bien».
Pero bueno, la vida sigue. Cuando llegué ayer y compartí con mis amigas de aquí lo que había pasado me dijeron que al menos ellas estaban contentas de saber que ya nos quedábamos seguro. Ahora toca vivir aquí el mismo proceso como en un déjà vu, porque aquí no ha hecho más que empezar.
Y para terminar y por si acaso no lo he dicho en estos días con la bastante claridad, quiero que sepáis que estoy muy bien. Que me siento valiente por haber continuado el sueño que empecé hace años, ser enfermera. Que estoy aprendiendo cada día, muchísimas cosas, que estoy reconociéndome y recuperando una Luna que pensaba que ya no existía, y estoy tremendamente feliz de saber que aún existe y que me saluda con los brazos abiertos. Una persona sociable, amable, valiente, hasta paciente. Pero que me da una pena tremenda que no estéis aquí para verlo, o mejor dicho, que yo no pueda estar viviéndolo allí, porque esto no ha sido una decisión sino una obligación y aunque esté tremendamente feliz cada día aunque haya algunos más difíciles que otros, se me parte el alma cuando sé que no podré volver con vosotras.
Os mando muchísimo ánimo, os tengo presente todos los días, y no tengo muy claro como se gestiona esto de crear aquí esta familia nueva y maravillosa y saber la que tenéis allí, sin ya contar la que tiene mi familia de sangre. Así que bueno, familia, os llevo todo los días muy dentro, y viendo los resultados del domingo aún más. Mucho ánimo a las valientes que os quedáis, en una parte de mi me siento hasta mal de haberme ido y haber abandonado, pero dí todo lo que podía dar. Os quiero a rabiar.